LAS TACILLAS - DESARROLLO DEL JUEGO - |
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Una vez que conocemos las bases del juego de las tacillas y que se han abierto en La Puja, podemos empezar a jugar de verdad.
Antes hemos dicho que los elementos básicos eran la tacilla y las bolas. Pero nos faltaba algo, lo que convierte a las Tacillas en lo que realmente son, el dinero. El dinero que se apuesta en cada jugada y que corre de mano en mano durante los días que duran las fiestas de Cózar con una facilidad que asombra, que puede arruinar, enriquecer o en la mayoría de los casos, simplemente hacerte pasar un buen o mal rato.
Una jugada de las Tacillas comienza cuando un jugador, tras aguardar pacientemente su turno, llega finalmente a sentarse en las banquetas situadas en la parte superior de la tacilla. Entonces debe sacar su dinero, el dinero que va a apostar a pares. Ya hemos dicho que la persona que juega las bolas gana si obtiene pares y pierde si obtienen nones. Esto es siempre así y no hay posibilidad de modificarlo. El jugador decide qué cantidad de dinero va a apostar sin que haya, en principio, límite tanto mínimo como máximo.
El resto de jugadores igualarán, entre todos, y en la proporción deseada por cada uno, la cantidad apostada. A este proceso se llama "casar". Es posible que la cantidad apostada por el jugador sentado sea casada por un único apostante, aunque esto no es lo más habitual. Normalmente nos referiremos al jugador que se sienta como "jugar por dentro" o "sentarse", mientras que los jugadores a nones se suelen llamar "por fuera".
Todo el proceso de "casar" el dinero será vigilado atentamente por el "tacillero", persona que se ha quedado con las Tacillas u otra designada o contratada por él, y que velará por que todo el proceso se desarrolle de manera correcta. Ver "casar" el dinero es algo que puede ser espectacular, ya que todo el dinero apostado queda sobre el borde de la Tacilla o incluso dentro de ella. A veces también hay dinero jugado en la mano del tacillero, que casa las apuestas de jugadores situados en la parte inferior de la tacilla y que no pueden, por imposibilidad material debido a las aglomeraciones, casar su dinero ellos mismos. Las cantidades que quedan por ser casadas son anunciadas por el tacillero con los tradicionales gritos de "mil duros quedan" u otros similares. Las apuestas suelen oscilar entre las 5.000 y las 100.000 pesetas, aunque ya hemos dicho que no existen límites. Todo el proceso de "casar" puede durar de unos segundos, cuando hay poco dinero en poder del apostante, a varios minutos en grandes jugadas con mucho dinero, normalmente tras varios "pares", o tambien si se han producido varias jugadas seguidas de "nones" lo que hace que los apostantes por fuera se muestren reticentes ante la posibilidad de que la próxima jugada sea finalmente un "par". |
Cuando todo el dinero ha sido casado, o bien cuando ya no hay ningún jugador de fuera que quiera casar parte del dinero restante, el tacillero entrega las bolas al jugador. Éste las toma entre sus manos y muchas veces haciendo todo tipo de movimientos supersticiosos, las deja correr por la Tacilla. Tres o cuatro segundos después, las bolas han detenido su curso. El tacillero cuenta las alojadas en la cazoleta y anuncia el resultado a los gritos de "¡Pares!", "!Nones!" o "¡Reales!". Lo que ocurre después depende de cual haya sido el resultado de la jugada.
Si el resultado ha sido Nones, el jugador sentado ha perdido todo su dinero. El resto de jugadores se abalanza literalmente sobre el dinero que ha permanecido en el borde de la Tacilla, para recoger cada uno su apuesta. El que apostó mil recupera sus mil más otras mil dejadas por el jugador sentado, mientras que maldice no haber apostado más o no haber podido hacerlo por falta de dinero propio o del jugador a pares. El que apostó diez mil gana otro tanto y así cada jugador de fuera recoge sus beneficios. Mientras al jugador sentado no le queda más que abandonar su puesto con expresión cariacontecida o intentando disimular el enfado, y ponerse nuevamente a la cola o abandonar la tacilla esperando un momento más propicio, pero siempre con intención de volver.
Casi nunca existen problemas a la hora de este reparto de dinero, dado que las Tacillas son una tradición que no persistiría si se viera rodeada de discusiones o peleas. Está prohibido enfadarse, todos conocen las reglas y además se juega entre vecinos y muchas veces amigos. Aunque es cierto que muchos de los problemas son provocados por personas que nada tienen que ver con el pueblo y se desplazan a él con intención de ganar dinero fácil, hay que señalar que a veces algún cozareño no se ha sometido totalmente a este código de conducta y ha intentado saltarse las reglas. De todas formas es increíble el ínfimo número de disputas y problemas que se producen con tales cantidades de dinero de muchos dueños distintos y que fluyen, como el agua, en segundos de mano en mano.
Si el resultado ha sido Pares, todo es más sencillo. El tacillero recoge todo el dinero depositado sobre la tacilla, muchas veces ayudado de una escoba de esparto, y lo entrega al jugador sentado. Éste tiene dos opciones, dejar el juego "levantarse" o seguir jugando. Si decide seguir jugando, puede hacerlo, con la única condición de que no puede "retirar" dinero. Es decir si un jugador se ha sentado con 10.000 pesetas, tendrá, tras haber ganado una vez, 20.000 pesetas. Este jugador estará obligado a casar las 20.000 pesetas en una siguiente jugada, siempre y cuando los jugadores de fuera quieran llegar a tal cantidad. |
Casada la nueva apuesta, el jugador podrá tirar las bolas por segunda vez. Este proceso se repite hasta que el jugador decida levantarse o pierda dando Nones. Si el jugador ha decidido levantarse, recogerá sus beneficios y abandonará el puesto, tras, y esto es muy importante, entregar al tacillero una propina.
Esta propina es el beneficio que obtiene el tacillero, y sirve para compensarle por el dinero pagado a la Hermandad durante la Puja y, en "años buenos", años de muchos Pares, para obtener además grandes ganancias. Las propinas no son determinadas y dependen de la buena voluntad del jugador que ha ganado. Se suelen dar en proporción a la ganancia obtenida. Alguien que haya ganado 10.000 pesetas suele entregar 1.000, si ha ganado 60.000 entrega al menos 5.000. Pero todo depende del jugador y de su generosidad. Si bien la cantidad depende del jugador, el hecho de entregar la propina es absolutamente obligatorio para todo jugador que se levante habiendo ganado. Los jugadores que pierden no están obligados a entregar propina, sin embargo, algunos lo hacen y siempre es bien recibido por el tacillero y denota un "buen perder" por parte del jugador.
Este es el desarrollo del juego de las Tacillas. Se repite en las dos Tacillas, noche tras noche, durante muchas horas, casi siempre hasta bien amanecido el día siguiente, hasta que acaban las fiestas de Cózar. Momento de hacer cuentas y asegurar que se ha ganado mucho dinero, fuera cierto o no, y proclamar que se va a empezar a ahorrar inmediatamente con el único objeto de volver el año siguiente con ánimos renovados de dar diez pares seguidos.
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